Music User Experience
Llega el verano y con él las fiestas populares. ¡Sí! Aquellos días en que se mezcla tradición y religión junto a un alto contenido en diversión mientras socializamos.
Llega a las casas el esperado programa, un libreto lleno de publicidad en el que un par de páginas nos informan de los días y horarios de cada uno de los eventos. Aquí, según la localidad, se tercian un tipo u otro de actividades.
Pero a nivel global se repiten año tras año los patrones religiosos y se añaden actividades infantiles para incentivar aquello de recuperar a los pueblos atrayendo a familias con pequeños.
Y sucede como se espera, las noches se amenizan con conjuntos musicales. Son grupos de gran trayectoria en este tipo de tinglados que adaptan su oferta musical a las tendencias de cada verano. Y aquí es donde queríamos llegar. Al branding musical de las fiestas populares.
Qué importante es saber adaptar la actuación a cada franja de la audiencia. Qué importante es este repertorio fiestero que levanta nuestros cuerpos y mentes, ávidos de esta terapia tan nuestra que es bailar en una plaza hasta bien entrada la madrugada.
Normalmente las actuaciones no empiezan mucho antes de las 12.00 pm. Los más pequeños ya están frente al tablado esperando que las luces se enciendan y toda la maquinaria ponga en marcha sus decibelios para poder saltar sin ningún tipo de coreografía frente a una o un cantante que reclama aparcar la vergüenza y dejarse llevar al ritmo de los hits.
Ocurre que estos hits no están programados sin ton ni son. La franja horaria, como decíamos, marca el tipo de público que nos escucha.
Como toda estrategia de branding. Todo depende del público al que nos dirigimos.
Recuerdo mi primer viaje a Londres en los años 80, ¡sonaba música en las tiendas de ropa!. Algo tan habitual a día de hoy, en aquel momento me conectó con emociones en el espacio que nunca antes había vivido. El estar envuelto en una dinámica de compra diferente, el disfrutar, mirar y probar con una actitud más alegre, más enfocada al buen rollo como ahora se describe. La música en la experiencia de compra es un elemento de comunicación totalmente imprescindible en lo que sería, imaginemos, un silencioso espacio de gente deambulando entre perchas, estanterías o en la mal llamada sala de espera de un dentista.
La recepción, el “hold the line” del teléfono, un servicio postal, el concesionario de mi marca favorita, una corporación tecnológica, el aeropuerto cuando llueve en el exterior, el mejor “perfect serve” de café a las 8.00 am, …