¿CON AZÚCAR O SIN AZÚCAR?

Ya no tenemos pinchos en la barra junto al café que nos estamos tomando, el consumo se centra en el preciado café y alguna que otra delicatessen que lo puede acompañar. El “cafetender” que conoce su calidad, origen, procedencia y sabor, ayuda a crear una pequeña isla de reflexión y conexión con el cuerpo a estos fans que acuden en su búsqueda en algún momento del día. Incluso los Kioskos se reinventan con este tándem café/lectura tan sanador para nuestras mentes.

Así que este nuevo concepto/tesoro de sabor, supone un incremento en precio totalmente argumentado por las bondades del producto, del servicio y de todo lo que contrasta con tomar un café con leche aguado en un bar que todavía usa la bayeta amarilla para limpiar la cafetera.

Sucede que este producto ya de por si de precio alto, también ha sufrido el incremento repercutido por el alza de los costes de producción, entre ellos, el de las materias primas. Y me detengo en una de ellas: azúcar. Un elemento prescindible en la toma del café que se cobra siempre con el servicio. ¡Y allí voy!

¿Y si en vez de hacer la pregunta de si queremos azúcar una vez nos lo están sirviendo, nos la hicieran en el momento de cobrar? Quizás las empresas no darían la imagen de estar ganándose el margen de este coste, sino también personalizarían todavía más la experiencia de consumo, habilitando un precio inferior por no hacer uso de este “topping”. Si es que al final, es pagar por lo que se usa y a esto ya nos han educado las compañías aéreas.